El Valle de Tobalina se moviliza contra la subida del IBI y el aumento generalizado de tasas municipales
“Antes jugábamos en Champions y ahora en regional”, lamenta el alcalde al explicar la situación económica del municipio

La tensión social se hizo evidente ayer en el Valle de Tobalina, donde casi un centenar de vecinos de distintas pedanías se concentraron frente al Ayuntamiento para expresar su descontento con la subida del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). La protesta coincidía con la convocatoria del pleno ordinario en el que debía aprobarse la medida, aunque finalmente no se celebró debido a la ausencia de la secretaria municipal por motivos de fuerza mayor.
Durante la concentración, Marí Carmen, vecina del municipio que actuó como portavoz de los manifestantes, explicó el malestar que existe entre los habitantes por el encadenamiento de incrementos en distintas tasas y servicios municipales. Según detalló, la cuota mensual del gimnasio municipal ha pasado de 15 a 30 euros, la entrada a las piscinas se ha duplicado de 1,5 a 3 euros, y la cuota anual por actividades municipales ha aumentado de 100 a 130 euros. A ello se suma la subida del recibo de recogida de basuras y la reducción de la ayuda para el pago de la luz, que ha pasado de 150 a 75 euros.
Pero la medida que más inquietud genera entre los vecinos es la prevista para enero de 2026, cuando entrará en vigor la subida del IBI urbano, que supondrá un aumento de casi el 65 % respecto a lo que venían pagando los 3.593 inmuebles del municipio. Una carga que, según denuncian los afectados, impactará especialmente en los jubilados con pensiones bajas, muy numerosos en la zona.
Desde el Ayuntamiento, el alcalde Jesús Ángel López de Mendoza defendió la necesidad de estas medidas, argumentando que permitirán recaudar alrededor de 232.000 euros adicionales, una cantidad que considera imprescindible para mantener todos los servicios municipales. Explicó además que el equipo de gobierno, integrado por PSOE y PP, ya había adoptado decisiones de ajuste antes de proponer estas subidas. Entre ellas, la reducción de personal en las oficinas municipales, que pasaron de ocho a siete empleados, y en los servicios múltiples, donde el número de trabajadores se redujo de seis a tres. También se pasó de dos a una trabajadora en la guardería municipal, y se disminuyó el gasto destinado a verbenas, actividades culturales y festejos.
El recorte presupuestario también ha afectado a distintos colectivos y asociaciones del valle. El AMPA ha visto reducida su subvención de 21.000 a 10.000 euros, las asociaciones locales han pasado de recibir 3.000 a 1.500 euros, la aportación al Festivalle se ha reducido de 24.000 a 17.000 euros, y las pedanías también han sufrido una disminución en las cantidades que el Ayuntamiento les transfería anualmente.
Como contrapartida a estas medidas, el consistorio ha aprobado una bonificación del 95 % durante cinco años para los emprendedores que contraten empleados, con el objetivo de incentivar el empleo y la actividad económica en la zona.
El alcalde salió a hablar con los vecinos concentrados frente al consistorio para explicarles que el pleno no podría celebrarse y que se está valorando retrasarlo hasta después de la reunión convocada con los vecinos para el próximo viernes 14 de noviembre, donde se detallarán los motivos que han llevado al Ayuntamiento a aplicar estos cambios.
Con cierta resignación, López de Mendoza resumió la situación actual con una frase que resonó entre los presentes: “Éramos la pequeña Suiza”. Una expresión que refleja la nostalgia por un tiempo en que el valle disfrutaba de estabilidad y prosperidad, muy lejos de la incertidumbre y las restricciones que hoy marcan el día a día del municipio.










